Muchas veces queremos ayudar a otros, generalmente a las personas que queremos, y tratamos de hacer lo que sea por ellos, pero no somos conscientes de cuánto les estamos entorpeciendo en su camino. Es como el niño que empieza a querer hacer las cosas por sí mismo “yo puedo”, aunque realmente no sabe la mayor parte de las veces, pero es la única forma de aprender.
Cuando alguien nos cuenta lo que les ocurre y percibimos su sufrimiento, tratamos de darle consejos, asesorarle, muchas veces sin haber pasado por lo mismo y no haber tenido la experiencia, pero nos lanzamos a dar toda suerte de información a ver si algo le es de ayuda y lo vemos feliz y radiante al instante.
Se nos escapa algo importante, que cuando sentimos lástima por alguien o cualquier otro sentimiento parecido lo que hacemos es añadirle más de esa frecuencia, confundimos la compasión con “sentir pena” por alguien, o lástima. Recuerda lo dicho en este artículo, emitimos frecuencia con nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, así que le añadimos más de lo que tiene, teniendo la mejor voluntad para ayudarle a mitigar su sufrimiento.
Por lo tanto, encarnar la frecuencia que necesita ya es una gran ayuda, sin hablar, solo siendo y proyectando esa frecuencia. Einstein decía que donde está el problema no está la solución, y este es un ejemplo. Por eso es tan importante tener la consciencia de ver y entender todo desde la frecuencia y la vibración, revisar cómo estamos vibrando porque es lo mejor que podemos ofrecer: una frecuencia lo más alta posible. Además, así le transmitimos confianza de que será capaz de lograrlo, que es una cualidad imprescindible para todos.
Como las palabras tienen su frecuencia, cuando decimos expresiones como “la pobre…”, “me da pena que…”, culpamos a alguien, etc. le estamos enviando esa frecuencia y queda impregnada en su campo energético y en el nuestro. Por eso debemos ser artistas de la energía y crear un mundo con otra frecuencia. El trabajo comienza por nosotros mismos, ayudando a alguien cuando nos lo pide y hasta donde podamos y sepamos, siendo un ejemplo y encarnando una frecuencia lo más alta posible.
Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.