Siddharta Gautama, Buda, cuando se iluminó se dio cuenta de las causas del sufrimiento de la humanidad, las correspondientes a su mente, explicadas en las cuatro verdades y el óctuple noble sendero. Aquí tienes una versión de lo que se puede interpretar a raíz de lo que dijo Buda, pero es una interpretación. Lo ideal es que a partir de eso, y mejor si contrastas otras versiones, tú vayas entendiendo y comprendiendo lo que hay de verdad en todo eso para que hagas tu propia interpretación, que es con la que luego, a partir de tu verdad, lo puedes aplicar en tu vida.
Las diferentes corrientes filosóficas, religiosas o psicológicas, interpretan todo conforme a su forma de interpretar la vida, de ahí que luego debamos cada uno y cada una, hacer nuestra propia interpretación. Eso es consciencia, eso es lo que toca, discernir por medio de la reflexión y el sentir para encontrar nuestra verdad.
Lo cierto es que cuando atravesamos etapas que no estamos entendiendo, es que no estamos siendo conscientes realmente de la causa por la que nos sentimos así.
Cuando acusamos a los demás de nuestros males, estamos poniendo el foco en el lugar equivocado. Cuando reaccionamos ante una situación y rechazamos lo que nos ocurre, igualmente dejamos de poner el foco en la causa.
Por eso las diferentes causas que Buda reconoció son las que de una u otra forma nos separa de nuestra verdad, lo que tiñe nuestra percepción con un filtro que nos da una información distorsionada, pero que es la que en ese momento podemos entender. Es posible que la principal causa de sufrimiento precisamente pueda ser la intolerancia con lo que nos ocurre o con nosotros mismos.
Es una forma de auto-castigo o auto-sabotaje para sentirnos culpables y no avanzar. Querer tomar las riendas de nuestra vida, la dirección, para no ir a la deriva, nos puede hacer tomar decisiones muy tajantes, o lo que es lo mismo, cortar por lo sano. No se trata de eso, hay que aplicar el discernimiento, tamizar para que lo que está caduco caiga porque no está en resonancia con lo que somos y mantener lo que sí lo está.
Pero muchas veces asumimos el rol de mártir o hereje y nos auto-flajelamos. Por eso es muy importante reflexionar, valorar lo que tenemos, lo que nos ha dado la vida, agradecer, porque es la materialización del reconocimiento y nos abre las puertas a un mayor entendimiento, y luego soltar lo que en ese momento no nos aporta lo que necesitamos o nos está desviando del camino.
Qué valores queremos en nuestra vida, qué frecuencia queremos para resonar al mundo. ¿Todo vale para mantenernos en pie? ¿Acosta de lo que sea pasamos por encima de los demás o apartamos a otras personas? No son reflexiones sencillas, ni las únicas, pero tal vez, sea un comienzo para poner en la balanza como hacían los egipcios al pasar al otro lado: si tu corazón te hace sentir pesado, sientes una carga, ese no es el camino. Si sientes paz, liviandad, quizá sí.
Esta es la era del sentir y en esta época que atravesamos con las decisiones que tomamos y cómo lo hacemos, es importante revisar nuestra balanza.
No criticar a los demás, no hablar mal de nadie y tratar de hacer siempre el bien. Estos, entre otros, son caminos para alinearnos, para descubrir por el camino cuando algo nos confronta qué es lo que aún no hemos resuelto en nuestro interior. No para ser buenos, sino para estar alineados y elevar nuestra frecuencia.
Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.