Con esta iniciativa no pretendo erigirme en Maestro de nada ni de nadie. Todos somos Maestros que estamos descubriéndonos, por lo tanto, comparto lo que mi caminar me va mostrando día a día, golpe a golpe, beso a beso, como dijo el poeta.
Miguel Ángel, cuando le preguntaron cómo había podido hacer una escultura como el David, contestó que sólo le había quitado al bloque de mármol lo que le sobraba, el resto estaba allí. Por eso la búsqueda de la belleza es uno de los caminos, sabiendo que cuando estamos esculpiéndonos, sacamos mucha fealdad, pero también tenemos esbozos de lo bello.
Eso nos demuestra que estamos en el camino correcto, porque el loto crece en el lodo y el bambú primero crece penetrando en la tierra, en el caso del bambú japonés, durante siete años. El cuidado, la buena nutrición y la atención, provoca que tras ese tiempo comience a salir a la luz y a partir de ese momento su crecimiento sea vertiginoso, ya que necesita de unas buenas raíces para luego crecer en tan solo cinco meses treinta metros, siendo fuerte y flexible para soportar la acción de la climatología.
Es compartiendo y aportando lo que cada uno y cada una de nosotros ha ido descubriendo en nuestra andadura como podemos hacernos grandes y fuertes, crecer mucho más y más rápido, pero sobre todo con unas buenas raíces que nos proporcionan las bases para mantenernos, que es lo verdaderamente difícil, y no fracasar al triunfar.
Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.