Desde el Sol nos llega energía en forma de fotones que nos impacta unas veces con más fuerza que otras. Lo hace para que la aprovechemos para limpiar todas aquellas memorias y programas que ya no nos sirven y que nos limitan, así como para actualizar nuevos códigos.
Ser conscientes de que constantemente tenemos una energía disponible, de diferente calidad y cualidad, nos ayuda a transitar la vida como si estuviéramos surfeando una ola o aprovechando las corrientes marinas. Algo se despierta en nosotros que aflora en forma de emociones o actitudes y otras personas, de forma más o menos consciente, se prestan a representar su papel para que así sea.
Si nos observamos, podemos darnos cuenta qué reacción se produce en nosotros y en lugar de devolverles la jugada, al actuar en nosotros mismos para cambiar ese patrón, actuando de una forma diferente a como lo haríamos si nos dejáramos llevar por el primer impulso reactivo, produce un efecto sanador que posiblemente notemos en nuestra energía y en nuestro cuerpo.
Es una representación que ocurre como en la película El Show de Truman. El actor protagonista desde niño crece en un mundo que cree real hasta que finalmente se da cuenta de que todo es una representación y se libera.
Por eso es primordial no identificarse con el personaje, porque desde que lo hacemos, nos metemos en el papel y no podemos observar lo que nos ocurre y lo que ocurre a nuestro alrededor. Sí puede ser que lo hagamos conscientemente, pero ya no estaríamos “siendo” el actor, sino el observador que se adentra en el papel para observar desde adentro del entramado para acabar saliendo en el momento que decida hacerlo porque ya experimentó y tuvo el conocimiento que necesitaba.
Pero cuando nos olvidamos que somos el observador nos perdemos en la película y nos dejamos arrastrar por la marea sin intención alguna.
Por eso es importante estar conscientes de que no somos ese o esa que está sintiendo lo que quiera que sea, sino que estamos actuando para identificar aquello que nos separa de lo que realmente somos.
Podemos así identificar los juicios que hacemos a otros y a nosotros mismos, la culpa, la falta de tolerancia, etc. que seguramente se detonó por una emoción, más o menos intensa o agresiva. Porque debemos comprender que muchos sentimientos que creemos bondadosos, como sentir lástima por alguien, esconde una posible arrogancia o creernos superiores a otros, así como también podría esconder un sentimiento de culpa o de inferioridad hacia nosotros mismos.
La práctica consciente nos ayudará a ir identificando patrones y encontrar una manera que nuestra psique entienda que ya queremos soltar, para transformarnos y transmutar esa energía. Es a través de las relaciones con los demás como mejor podemos darnos cuenta de esos patrones, pero sobre todo, es donde podemos cambiarlos, es el campo de juego donde cambiamos esos patrones limitantes, ya que es con la práctica como creamos nuevos patrones o nuevos hábitos.
Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.