La salud desde Hipócrates a nuestros días

Hipócrates 400 años antes de Jesucristo, ya supo que la terapia debía centrarse en facilitar la capacidad natural del cuerpo para sanarse y cuidarse, y que el reposo y la quietud eran muy importantes. Comprobó que el cuerpo tiene la capacidad de regenerarse y lo hace con lo que llamamos crisis curativa, que es el proceso por el que la enfermedad llega a un punto límite en que el paciente moría o se curaba. Eso lo llevamos al extremo en los casos de enfermedad grave, y lo hemos podido comprobar con personas cercanas, donde tras un proceso grave, la persona llega a un punto en que, sin saber cómo, se resetea y vuelve a la vida milagrosamente.

Luego vemos cómo la persona no es la misma, ha tomado consciencia de varios aspectos y se comporta y piensa de manera diferente. Esa crisis le llevó a un punto crítico donde su voluntad de vivir se antepuso a su proceso vital.

Eso mismo ocurre en los procesos de consciencia, donde nuestros pensamientos, luego nuestras emociones, nos van indicando que hay algo que debemos cambiar en nuestra vida. Si no lo hacemos, llega al cuerpo físico y se manifiesta en forma de dolor, trauma, alguna patología, todo a través de síntomas que están asociados a una información que les la que debemos atender.

Cuando no lo hacemos, por inconsciencia, por no prestar atención, o simplemente por cerrazón mental, los síntomas se agravan y aparece lo que llamamos enfermedad, que en la mayoría de los casos son señales no atendidas. A eso se refería Hipócrates y su grupo.

Todos conocemos casos en los que los médicos saben que el enfermo llegó a un punto en que dicen “todo está en sus manos”. Hace referencia a esto. También cada vez más se nos aconseja e intuimos, que debemos cambiar nuestra forma de vida. Tener una mayor calidad de vida pasa por tener paz interior, calma mental y emocional, reducir el estrés que cada vez es mayor en la sociedad actual.

De hecho, es una de las causas más importantes que originan la enfermedad pero que a la vez viene muchas veces disfrazadas de obligaciones, exceso de responsabilidad o de no tener un punto claro a donde dirigirse, ir sin rumbo por la vida ya sea por las circunstancias sobrellevadas o por encontrar una motivación.

Por eso es importante dedicarse tiempo a sí mismos, cuidarse, conectar con la naturaleza, tener aficiones sanas que nos conecten con nosotros y con nuestros dones.

Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.