La naturaleza

La naturaleza nos ofrece una gama variada de colores que la representan, además de la vida que emanan todos los seres que le dan forma. Esa vida también emite una frecuencia por sí misma. Una frecuencia alta ya que no vibra en el miedo, son consciencia pura y están conectados con La Tierra y el Cosmos.

Son nuestros hermanos menores, pero no porque sean menos que nosotros, sino porque a los seres humanos se nos suponen una conciencia mayor y como tales debemos cuidarlos, ya que para esto, entre otras cosas, estamos aquí. Animales como los perros, los gatos, los elefantes y los caballos son seres de una consciencia elevada y están plena y permanentemente conectados a la Tierra.

Los árboles son los seres de mayor conciencia del mundo vegetal y de entre ellos, los pinos, que son los más próximos a nivel evolutivo al ser humano. Unos y otros existen para ayudarnos a recordar quiénes somos y viven en consciencia. El trabajo que hacen con nosotros es ayudarnos a evolucionar y el nuestro debe ser el mismo, ayudarles a ellos también. Tienen muchas formas de hacerlo: unos, como las plantas, compartiendo su vida con nosotros en nuestros hogares; otros, como los árboles, estando presentes y disponibles para ayudarnos cuando nos acercamos a ellos y conscientemente les pedimos ayuda, ya sea limpiar nuestra energía o transmitiéndonos consciencia, así como ayudar a sostener la frecuencia de La Tierra, creando un trabajo de anclaje en La Tierra de la frecuencia del Sol.

Otros animales sacrifican su vida para que el ser humano, cuando los daña, aprenda que ese no es el camino, porque su sufrimiento es el nuestro también, ya que todos formamos parte de la vida, todos somos parte de una consciencia superior. Sin embargo, la inconsciencia hace que muchos de nosotros los dañemos por los motivos que sean y ellos, en su bondad infinita e incapaces de devolver el golpe, nos enseñan de esta forma el camino para crecer como humanidad, porque devolviendo el daño creamos más daño y un bucle sin fin,entrando en una rueda que no deja de girar y nosotros con ella.

Si vas a la naturaleza y te rodeas de su vibración, podrás regresar a casa con una energía renovada. Quizá en algún momento hasta hagas amistad con algún árbol o con varios de ellos, con un entorno, con una parte del bosque, y en casa, cuando sientas el deseo o la necesidad de hacerlo, te conectes con ellos y percibas su energía.

Tal vez con una sola vez no basta, pero no importa. Cada vez que pasees por el bosque, te sientes o acuestes en la tierra, con la consciencia de relacionarte con sus seres, estarás dando pasos y vinculándote con ellos. No los subestimes, trátalos con respeto y de igual a igual. En cualquier momento puedes sentir su vibración, aunque sea por un breve instante.

Puede que sientas incluso una emoción, que un día te sorprendas sintiendo algo más. Ese día, quizá descubras que el amor es mucho más que una relación de pareja y que ellos son eso, puro amor.

Aprendemos mucho de nosotros cuando ante este sentimiento nos sentimos vulnerables, débiles, frágiles, laxos, y rápidamente desconectemos de él. Creernos que ser fuertes es otra cosa, porque así nos lo han enseñado desde pequeños. No sentir, no llorar, no permitirnos abrirnos porque así nos pueden atacar o hacer daño. Sin embargo, eso es lo que hacen los demás seres que sienten, sufren cuando les hacemos daño, pero nos dan su amor y su energía.

Al cerrarnos, cerramos la puerta a dar un paso más al crecimiento y la expansión que produce en nosotros esa energía que recibimos al abrir nuestro corazón. Quienes tenemos mascotas tenemos esa oportunidad cada día.

Somos seres que vienen a encarnar en un cuerpo biológico que pertenece a La Tierra. Así que somos parte de ella también. Algunos dirán que no es así, porque nacemos de una madre, no como una planta, sin embargo nos alimentamos de lo que da La Tierra y del aire que respiramos, bebemos su agua y nos calentamos con el fuego. Todos ellos son elementos de La Tierra que forman parte de nosotros.

El Planeta también es un ser vivo que está en evolución y que tiene un alma que llamamos Gaia. Así que todo lo que habita en ella es parte de ella, incluidos nosotros. Hemos venido a evolucionar, a tener una experiencia como especie y a ayudar en su evolución al ser vivo que es La Tierra.

Verlo así, nos ayuda a abstraernos de la realidad cotidiana y tratar de ir más allá de lo que vemos para que nos cuestionemos qué hacemos aquí, de vaciarnos de lo evidente que parece real y abarcar también aquello que nos parece extraño, lejano, una ilusión. Tomar la consciencia de vivir en comunión con todo y con todos, ayudar al planeta y al resto de seres vivos simplemente llevando a cabo un cambio interno.

Un reconocimiento a la vida, al arte de crear una realidad diferente, habiendo aprendido ya cuáles fueron los caminos que nos desviaron del verdadero sentido de nuestra existencia. Un reconocimiento a todos nuestros hermanos de otros reinos y a la Madre Tierra que nos acoge, porque ya es tiempo de caminar en otra dirección. El Planeta ha subido de vibración y nos invita a que lo acompañemos en su camino, que seamos parte de su evolución y evolucionemos juntos de la mano como especie. Ella nos ayuda y debemos corresponderle a ella y al resto de la vida.

El mar, el agua, la tierra, las montañas, son también elementos con los que debemos integrarnos. La vida es un ciclo perfecto que se replica en nuestros cuerpos que contienen a la vez los elementos agua, tierra, fuego y aire, todos ellos amalgamados con el éter que está presente en todo.

Por eso, respetar los mares, lagos, ríos, montañas, el aire que respiramos y la vida en el medio en que esté presente, es respetarnos a nosotros mismos, porque somos parte de ellos y el Planeta, como ser vivo que es, contiene esos elementos, con los que debemos integrarnos.

Esto nos posibilita poder tener la experiencia como seres humanos sintientes, volcarnos en nuestro interior gracias al ejemplo que nos ofrece la naturaleza y conectar con lo que somos, descubrirnos, vibrar en una frecuencia más elevada y consolidada, porque todo es energía, frecuencia y vibración.

Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.