Una mirada a los Yoes

Acusamos a los demás por sus comportamientos egoístas, de querer aprovecharse de nosotros, de impedir que avancemos, de limitarnos y controlarnos, de inmiscuirse en nuestros asuntos y estar pendientes de nosotros para obligarnos a hacer su voluntad, de interponerse en nuestro camino e impedirnos impulsar nuestros propios proyectos y la dirección que nos propusimos.

Todo está dentro de nosotros. Somos universos, microuniversos, unidades celulares de la tierra, que es una célula del Universo. Por eso, todo lo que los demás nos muestran forma parte de nuestro universo, que a su vez es todo el Universo. Si mi historia está determinada por acciones de abusos y limitaciones, se manifiestan en nuestra realidad a través de la frecuencia de la información de otros.

Jung decía que lo que se resiste, persiste, y cada vez que acusamos al otro, aparte de señalarnos, estamos mostrando resistencia y no dejamos ir toda esa información. Aprendí a valorar a las personas que dejan sacar sus impulsos porque así un día se dan la oportunidad de tomar consciencia de que ese no es el camino. Reprimirnos para no hacer lo que no es correcto al final nos crea una personalidad reprimida, nos volvemos unos reprimidos y eso nos contrae al extremo, tanto, que luego somos incapaces de reconocer nuestros dones, talentos y nuestra propia luz, porque no hemos sacado eso que tanto nos limita y continuamos atrayendo las mismas situaciones y las mismas personas.

Pero lo peor, es que el fantasma de nuestras memorias nos crea un conflicto interno tan grande que cuando asoma nuestra luz, cuando un esbozo de nuestra esencia aflora, rápidamente buscamos cualquier excusa para ocultarla y volver a lo conocido, a aquello que siempre ha estado condicionando nuestra existencia y que hemos validado como la única verdad.

Muchas veces nos hemos escondido aparentando ser buenos para continuar repitiendo nuestra oscuridad, porque así disfrazamos nuestras limitaciones, buscando que los demás cubran nuestras carencias cuando nos sentimos incapaces.

Si no vemos nuestras expectativas cumplidas nos sentimos decepcionados y les acusamos, culpamos o les obligamos a que nos correspondan como esperamos que lo hagan, ya sea de forma tácita o por medio del chantaje emocional.

Así atraemos a personas con las mismas carencias que nosotros, que utilizan como forma de no afrontar su sombra o asumir sus responsabilidades la huida o la evitación.

Por lo tanto atraemos las mismas experiencias negativas volviendo a aflorar la misma información limitante y vivimos la realidad como el pez que se muerde la cola: cambiamos para atraer nuevas experiencias que transformen conscientemente nuestra sombra pero a la vez, hemos atraído personas con las mimas limitaciones. Así estamos continuamente en un bucle.

El secreto de esto es poner la intención en un bien mayor a través del servicio desinteresado poniendo nuestros dones y talentos al servicio de la vida y los demás seres, humanos o no. Así nuestra autoestima aumenta y nuestros valores reconocidos nos hace valorar a los demás. Sentimos empatía pero también nos vemos en los ojos de los otros y eso es compasión, nos reconocemos en el otro y al hacerlo sabemos que desde la diversidad y la diferencia, todos somos parte de lo mismo, porque somos células de un universo mayor. Formamos parte de una Unidad celular mayor. Del Uno.

Al mirar a los demás vemos que sus miedos son nuestros miedos y cuando reconocemos esto, reconocemos que su luz también está en nosotros, porque somos luz.

Budha dijo: es de sabios saber qué se debe aceptar y qué se puede modificar.

Para eso debemos poner en práctica la inteligencia emocional y aceptar que podemos cambiar lo que está a nuestro alcance, a nuestras posibilidades, y lo que no, porque no nos corresponde, no podemos. Esto no es resignación, es respetar la vida y los procesos de vida de los demás, que está cada uno y cada una en el suyo.

Mi mentor me dijo unas palabras muy sabias para que tomara consciencia sobre esto: Hoy actuamos de una manera. Pasado un tiempo, tomamos consciencia de algún aspecto y modificamos nuestro comportamiento. ¿Quién somos realmente? ¿El primero? ¿El segundo tras la transformación? ¿Cómo podemos juzgar a alguien por lo que es en cada momento entonces?

Trascender el resentimiento, la culpa, la vergüenza, la humillación, el rechazo, el conformarse con las cosas que a uno le ocurre y que pudiendo cambiarlo no lo hacemos, es básico para avanzar en consciencia y crecer.

Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.