Vibramos en una frecuencia que es la suma de las frecuencias de todo lo que somos, tanto a nivel físico como energético, fruto de la vibración de los átomos y partículas, que emite un sonido, nuestro sonido. Dependiendo de si la frecuencia de la onda emitida es baja o alta, podemos llegar a enfermar, pero de la misma forma, recuperar la salud.
Cuando recuperamos la frecuencia sanamos, restauramos el equilibrio energético, funcional y mental. La química del cuerpo reestablece su equilibrio, para continuar avanzando a nuestra afinación original, la que perdimos como seres humanos con toda la densidad a la que hemos estado sometidos.
Todo vibra, todo tiene su frecuencia, y nosotros somos parte de una gran sinfonía que se está ejecutando permanentemente en el Universo. Somos resonadores que con nuestra frecuencia atraemos lo similar a esa frecuencia, pero también tenemos la capacidad de hacer cambios profundos tan sólo sosteniéndola.
Hay un principio que Johnnathan Goldman llamó el “principio de arrastre”, por el cual algo que mantenga su frecuencia, arrastra la frecuencia de lo que tenga alrededor, que tiende a igualarse a éste. Así podemos comprender porqué no podemos aguantar mucho tiempo en un lugar con una frecuencia poderosa, ya sea baja o alta, ya que nos desestabiliza.
Pero ese mismo principio, es el que nos permite acercarnos a una frecuencia superior, por ejemplo sostenida por un instrumento musical, y cambiar la nuestra, equilibrarnos y armonizarnos, con los beneficios que eso conlleva.
En este principio se basa la terapia de sonido, pero también nos permite comprender la razón por la que la naturaleza obra esos efectos tan poderosos sobre nosotros, y porqué cuando estamos sometidos a las vibraciones estresantes de las ciudades, o a música con una vibración distorsionadora, nos sentimos cansados, decaídos, sobreexcitados o alterados emocionalmente.
Nuestro planeta, también emite una vibración al Universo, que es la suma de todo lo que está en él, y eso produce una frecuencia que se escucha en el resto del Universo y le afecta. ¿Has oído hablar del efecto mariposa?
De ahí que tengamos la responsabilidad de mejorar la vibración que emitimos, porque no estamos solos, unos con otros, debemos ser los resonadores que provoquemos ese efecto arrastre para que nos armonicemos, nos equilibremos, y subamos nuestra frecuencia.
Todo lo dicho es sólo un discernimiento propio de la realidad que percibo, pero como todos, estoy en el camino descubriéndome. Comparto esto como parte del puzle que estoy armando, que a la vez es parte de un puzle mayor que formamos todos.